jueves, 15 de noviembre de 2012

Valentina Bonelli


Conjuro

Dejó la amazona para ser madre
Jorge Juan se reía de verla en la yegua más mansa
Casi de peluche
Luca desnudo sobre el tobiano dibujaba con luces
Las nubes de su bautismo a caballo
Un mechón de crin con dos florcitas
Un rosario para hilar oraciones

Invoco esos rituales en mi libro de horas
Son el laberinto que refugia de leopardos
El dintel que resiste terremotos
La costanera que enfrenta sudestadas

Talismanes para ver el cielo sola
En vuelo a los espóndilus
El glaciar donde me sentí grande
Descalza en el empedrado de Escocia
La ciudad de las ventanas a la nada
No existen los viajes ida y vuelta
Mis botas aún llevan restos de nieve
Del callejón moscovita
Que rumia mi historia

Pido protección
Para no convertirme en escultura de jardín
Para mirar el mar sin hacerle cirugías
No convertir lo que veo en un museo
Me niego a una memoria de Pompeya

En el río helado
Donde nadamos sin pensar en cuántos bichos
La inundación era flotar
Sobre una cúpula de árboles

Rechazo el fotograma de New York
Inventada en videoclips
No quiero pensar que las gotas en el vidrio
Son mi tele sin foco
Accidental pintura abstracta
Presa indefensa de un móvil con qwerty
Temo morir ahogada en un charco de aguatinta

Sucumbo a la pachorra
Me cubro con las cosquillas del pasto
Siento los pinches suaves de las hojas verdes
Vuelvo al agua del estanque
La densidad del mundo se concentra
Estampada en mi vestido
Las nubes-olas de café con leche
En tu terracita azul
El sol me envuelve en su bufanda
Le pongo a la muerte una coronita con brillitos
Le digo que se calme
Y le enseño a hacer sapito

Valentina Bonelli
Julio 2012