sábado, 23 de julio de 2011

Carolina García

Mañana, entreabro los ojos y el reflejo del astro en el azulejo me dice: mañana.


La mano deshoja uno a uno los pedazos del montaje animal que cubre mis huesos


sólo un día dura mi cielo


de luna a luna


gelatina de plata sobre la piel que altera:




.........................Fui gaviota en mi vuelo espiral sobre la bahía


.........................apenas alada y no avisté
.........................
el fin de la costa
.........................
el mar invertido.





Felinas en su andar mis manchas redondas te vieron leopardolos pelos cargados de un pincel


violeta acuarela y sólo salpiqué


poquitas pecas en tu espalda.


...........................Antigua reptil que deshiela la escarcha
...........................
con la transparencia de mi abrazo blanco


...........................quité la sonrisa tirante de papel maché


...........................a tu viejo rostro de dragón cansado.





Así, erizada y expectante miro este cuadrado y su película de ciudad muda


no hay lobos que devoren la cinta


no es un cuento,


cardones solos siempre solos


hay espera


y las costras de las piñas tiradas en el piso


ensamblados los abrojos no pueden más


no dan sombra sólo estelas y sus bordes


las huellas juntas de milpiés


que se cruzan y se traban en su rastro diminuto


todomuyjunto como los juncos que entreven la luz, sí:
Ya es de luna todo me dice: ya es de luna.

Ana Claudia Díaz

El lomo del caracol que te camina en los pies, desde acá parece una flor.

La tierra se levanta entre surco y surco

voy hasta vos, dejando mil huellas en el camino repleto de piñas, al costado

resplandor del vértigo que me produce saberme cada vez más cerca.



La montaña se inclina hacia abajo

si miras para arriba, hay un degradé de colores que está poblándolo todo justo ahora

y yo yendo hacia el precipicio con diez antorchas en las manos que no me dejan palpar

ni agarrarme de las ramas en caso de que me suceda eso de caer.



El otro día vi nevar en el mar.

Vi la nieve, como en el cine

como si fueran cantos rodados en pendiente o como si la lluvia trajera desde el cielo

quinientas ostras blancas que se resbalan hasta acá.



En verano, el pasto está trazado en hileras de arañas aladas

y ciempiés psicodélicos que desfilan para las acacias.


Todo eso de lejos, solo parece pedacitos de arcilla de colores

o los espejitos que traen esas carteras hippies que usan las niñas para ir a la playa.



Pero ahora, la nubosidad que me habita solo me deja ver la sequía natural

como señal de cercanía a un pantano. Plumerillos rojos en medio del andar.



Casi que llego. Pintaron todo el mundo con acuarelas azules, una gran esfera blue.

Ya no puedo divisar entonces el agua del cemento o las baldosas de las hojas

me mareo en la humedad que deja charcos por todos lados

como si fueran esos arcos en las entradas de los pueblos,

que están ahí, firmes, para que podamos divisar un abismo.



Te encuentro, cuando miro por el foco amarillo de mi calidoscopio.

En ese redondel, ahí estás subido a un barquito hecho de diario para flotar

compraste un montón de trompos para generar olas en el suelo que se vuelve un espiral.

En tus manos, globos con forma de pez me simulan el paraíso que construiste, y voy.

Detrás de las ventanas de los iglúes hay miradas que nos observan

como el hocico que descubro de esa vaca que se escondió.

En la intimidad se despinta un pedacito de metal de una piedra, el sol refleja ahí y nace luz.